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2.1.12

Leyendas de las abuelas número ¿1?

El día 25 tenía que ir a comer a lo de la tía Lina a las siete de la tarde. Cuando estaba en la esquina me fui a la casa de Dante, sin saber si estaría, pero quería darle un abrazo, y no me importaba quién estuviera. 
Hice una cuadra y me encontré con un perro todo negro, super bien cuidadito y con las patas blancas. No parecía para nada un perro de la calle.
Me empezó a seguir el chucho. Pero no onda oliéndome ni jodiendo, no me cabe esa onda. Estaba conmigo pero a un metro de distancia. Siempre cruzaba la calle y yo me quedaba atrás y me esperaba a que yo cruzara la calle y ahí empezaba a caminar conmigo.
Llegué a la casa de Dante, saludé a todos, después apareció el Gringo y el perro seguía así, Dante y Franco se reían porque decían que me seguían los perros. Lo llamé Patablanca (originalidad al extremo) y cuando me iba para lo de la tía me volvió a seguir, y eso que se había empezado a olisquear con una perrita. Yo le decía
 -Patablanca, gracias por cuidarme, si te queres quedar por ahí y culear un rato está todo bien, capo. Pero me miraba con sus ojos de perro y seguía a mi lado, siempre corriendo de acá para allá. 
Yo no soy para nada de perros, solamente quiero a Julian y a Perla pero Patablanca me encantó. Cuando cruazabamos la plaza me fui a un puesto de panchos (o perritos calientes) y le compré un pancho. Se lo fui dando de a poco y me acompañó hasta la casa de la tía.
La semana pasada estabamos tomando mates con Mara y la nona y me dijeron que cuando pasa eso es como que Dios se representa en perro y te acompaña para cuidarte de algo y después de eso no los volvés a ver nunca más, que había que darles algo de comer, y me sorprendí un montón porque no había llegado al momento en el que le daba la comida. 
Es una de las leyendas de abuela, pero me encantó escucharla y pensar que pudiera ser verdad. 
Aparte, yo no soy de perros, no me hacen demasiada gracia, pero Patablanca se re porto. 

Y ustedes,¿ creen en las leyendas de las abuelas?

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